miércoles, 27 de julio de 2016

SYLVIE BURSTIN

La moda en clave de sol



NUBILIS

Por Inés María Agosta

Allá por los años 70 Silvia Burstin (más conocida por su nombre en francés, Sylvie) experimentó una de esas casualidades que te cambian la vida. La joven concertista de piano, oriunda de la ciudad de La Plata, se mudó a Buenos Aires al mismo edificio donde vivía el editor de la revista “L’actualité de la mode” quien intercedió para que ella fuera la representante de Alta Costura de Nina Ricci en nuestro país. Sylvie lo fue por más de 30 años y, como su nombre personal siempre estuvo vinculado al de esta firma, cuando Nina Ricci cerró los departamentos de Alta Costura en el 2001, pudo seguir su camino personal en su atelier de la calle Alvear. Con Debussy y Beethoven corriendo por sus venas, la mano de Sylvie traza creaciones que son verdaderas sinfonías de la moda. Fue premiada en más de una oportunidad y elegida por muchas novias, entre ellas Luisana Lopilato y Jesica Cirio.

¿Quiénes componen tu equipo?

Un diseñador de París, una modelista y expertas costureras que a veces intervienen en conocer a la novia para familiarizarse con la figura, con la estética. Es imposible hacer esto solo de la forma en que lo hacemos. Y desde hace casi 15 años trabajo con el diseñador austríaco Manfred Vagei. Él estuvo tres años en Japón trabajando para Nina Ricci y después lo mandaban a México, a Brasil  y acá. Teníamos mucha afinidad, nos hicimos muy amigos. Cuando cerró Alta Costura de Nina Ricci quiso venir a trabajar conmigo.

Todo ese mundo del arte se reflejó después y me sirvió para comenzar casi de cero en el mundo de la moda

¿En qué medida tu formación artística te sirvió para tu carrera como diseñadora?

El arte es uno solo. Hay una sensibilidad que uno adquiere frente a cualquier cosa de inspiración. La etapa que pasé en La Plata fue muy linda, la dedicación y el amor a la música surgió de todo ese ambiente. También estudié Bellas Artes (diseño, dibujo, pintura). Todo ese mundo del arte se reflejó después y me sirvió para comenzar casi de cero en el mundo de la moda. No aprendí diseño exclusivamente, fue una mezcla de todo ese bagaje que tuve. Después viajé mucho y tuve contacto con las firmas europeas, no solamente Nina Ricci.

¿Qué es lo que más te gusta de trabajar con novias?

Me encanta conocerla, socializar, tener un contacto real. No es solamente hacer el vestido de novia. Tal vez entre mujeres nos entendemos de otra manera que los otros diseñadores, tienen otro concepto de acercamiento. Generalmente con eso se sienten contenidas, que es lo importante.

¿Cuántos encuentros tenés con la novia?

Hacemos por lo menos dos citas. Una para conocerla psicológicamente, saber cuál es su idea de la boda, el espectro familiar, las preguntas básicas para saber en qué dirección vamos. La figura, su profesión, los estudios, la edad, el futuro y su historia dicen mucho. De lo último que conversamos es del vestido. Después les muestro el boceto primario para ver si estoy en lo cierto, que generalmente se da. En una segunda entrevista le muestro los distintos diseños, la llevo al probador y le pruebo las telas. Ahí se concreta si se hace el vestido con nosotros.

Ustedes trabajan con géneros que importan de Suiza, Francia e Inglaterra.

¿Es difícil mantener eso con la realidad económica cambiante de nuestro país?

Me ha pasado siempre de tener altibajos con respecto a eso. Mantengo un taller interno y hago muchas artesanías, que es lo que me gusta. Casi todos los vestidos tienen una mezcla de cinco o seis telas. Eso es una ayuda muy grande en momentos en que no se puede comprar telas afuera. Siempre tuve un stock bastante importante como para poder pasar el momento. Esperemos que la industria cambie acá también y podamos tener otra vez las telas que necesitamos.

Como yo empecé de cero puedo decir que para llegar a esto hay que trabajar muchísimo.

¿Cuándo fue tu primer desfile?

Al editor de “L’actualité de la mode” le encantaba lo que yo hacía, pero yo aún no tenía un nombre. Un día, en el año 69, enviada por él me tocó la puerta una mujer que es la que trajo Nina Ricci acá y me dio todos los moldes de la marca de alta costura para que yo lo hiciera. Era una colección fantástica de 25 prendas, la podría presentar hoy porque es la moda actual. Ese fue mi primer desfile en el Alvear. Después me mandaban siempre una muestra de tela y el lugar donde lo tenía que comprar. Tuve mucha facilidad en ese sentido como para comenzar y crecer.

¿Qué consejos les darías a quienes están empezando a diseñar?

Para comenzar hay que probar distintas cosas, no es un consejo sino una experiencia. No se puede uno encerrar en una cosa que ya estudió, tiene que crear. Eso se logra si hay talento y si a uno le gusta verdaderamente. Pero con trabajo y con fundamentos muy arraigados. Como yo empecé de cero puedo decir que para llegar a esto hay que trabajar muchísimo.

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