miércoles, 27 de julio de 2016

BENITO FERNÁNDEZ

30 AÑOS VISTIENDO NOVIAS



NUBILIS

Por Inés María Agosta · Photos: Fotografías Ángeles Picchi

Después de haber estudiado Derecho durante 4 años, el joven Benito Fernández se fue a París donde se recibió de diseñador en la Paris American Academy. En 1986 volvió a Argentina para poner su primera boutique y de a poco fue conquistando a las novias argentinas, a quienes no abandonó ni siquiera cuando, luego de la crisis del 2001, tuvo que vivir un tiempo en Barcelona. En el 2009 creó una colección que sería bisagra en su carrera: “Etnia”. Ésta fue muy criticada por la prensa local, pero muy bien recibida en Nueva York donde se le abrieron a Benito puertas internacionales. “Etnia”, y específicamente el vestido que la actriz Natalia Lobo vistió en los Martín Fierro, es lo que dio identidad y contenido a la marca Benito Fernández que hoy diseña desde sábanas, cuadernos Estrada, perfumes de mujer y de hombre, uniformes de Banco Galicia y de Tarjeta Naranja, hasta los más importantes vestidos de la reina Máxima Zorreguieta.

¿Qué te dio el Derecho?

Me contuvo mientras pude madurar lo que realmente me gustaba. Hice muchas relaciones y me dio la posibilidad de viajar, porque mis padres querían que yo estudiara y me recibiera entonces me premiaban con viajes interesantes que me sirvieron mucho.

¿Cuándo empezaste a dedicarte a la alta costura?

Al principio cometí el típico error de querer hacer y abarcar todo. Rápidamente me di cuenta de que había un nicho: las invitadas jóvenes en los casamientos. Las casas de prêt-à-porter no tenían noche para las hermanas o amigas de los novios y esas chicas jóvenes no podían hacerse el vestido con un gran diseñador. Así arranqué. Una de ellas en un determinado momento me pidió un vestido que yo tenía hecho en blanco. Ese fue mi primer vestido de novia. La verdad es que me fue muy bien, crecí mucho y gracias a la alta costura pude tener la marca que tengo hoy.

¿Qué es lo que más te gusta de vestir a las novias?

Me gusta ser parte de ese momento. La mujer hoy tiene una cabeza muy power y me hace mucho más joven estar cerca de ellas. Me divierten las cosas que me cuentan, me hace muy bien a mi como diseñador.

¿Qué cambios ves entre las primeras novias que hiciste y las de ahora?

Hay una evolución muy grande. Cuando yo arranqué tenían entre 23 y 26 años y hoy mis novias tienen en promedio 30 años. La maduración, la entrevista, se da de otra manera. Ahora tienen más claro lo que quieren, antes les tenías que hacer un combo. Y además ahora les importa el gustarle al novio y eso a mí como hombre me seduce desde otro lugar. En cuanto al vestido se pasó de los encajes y tules, al no querer estar “disfrazada de novia” y entonces se usaron más colores. Hoy se volvió a querer ser novia porque están más parecidas a lo que son ellas normalmente, se ven más reales. Por eso hoy los vestidos son más blancos que otra cosa.

¿Qué pensás del cambio del vestido en el medio de la fiesta?

Yo no soy partidario de eso, para mí el vestido de novia es uno. El primero quizás es para contentar a la familia pero no te identifica, y el segundo es poco para lo que es un vestido de novia. Yo trato de unificar esos dos conceptos en un solo vestido pero que te sientas divina toda la noche. El que busca el vestido en Benito Fernandez no busca el vestido tradicional, pero en algún punto si soy tradicional: a mí la novia me gusta novia.

Tenés una faceta internacional muy desarrollada (vestiste a las protagonistas de Sex and the city, de Ugly Betty y vestis a la reina Máxima). ¿Cómo haces para adaptar tu estilo a un público universal?

Las novias me dieron el ejercicio de poder meter mi concepto dentro de otra cabeza. Puedo ponerles mi impronta pero respetando a la persona que tengo adelante, porque no me gusta imponerme. Lo que tengo que hacer es acompañarlas.

¿Qué vestido de novia fue ícono en tu carrera?

El de Pampita cuando se casó con Barrantes, no por el vestido en sí, sino porque se animó a usar cosas que hasta ese momento no se usaban y dio un cambio a las novias. Agradezco que me haya tocado a mí. Fue un quiebre. Si miras las fotos del vestido te da una sensación fresca de hoy, no está pegado al pasado.

¿Cómo te encuentran los 30 años en la profesión?

Feliz, disfrutando. Fueron años de mucho trabajo y esfuerzo, muy desgastante en un punto, pero hoy estoy disfrutando de las novias que hago, los proyectos que tengo, el vestir a Máxima. Ella es la más mirada de Europa y del mundo, que siga apostando en mí es gratificante. Me divierten los desafíos es donde mejor buceo y donde mejor parado quedo. Me divierte la moda desde lo social y esta energía de que sea más interactiva. Me divierte no quedarme estructurado y quieto.

El gran “no” para Benito son los prejuicios que tienen las novias. Y el gran “sí” es probar: hoy lo importante, para el diseñador, es la devolución que te da el espejo, el relajarse y probar.

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