miércoles, 27 de julio de 2016

LAURENCIO ADOT

DE NIÑO BIEN A DISEÑADOR DE SUEÑOS



NUBILIS
Por Inés María Agosta

En un terreno de la calle Alvear el pequeño Laurencio Adot jugaba a la pelota sin imaginarse que pocos años después ese espacio se convertiría en el famoso Patio Bullrich y que ese barrio sería testigo de su crecimiento como diseñador. No podía ser de otra manera: su padre y su abuelo estaban vinculados a la industria textil, mientras que su madre, tías y abuela eran fervientes consumidoras de alta costura. Con tan sólo 19 años, Laurencio, que por ese entonces  ya sabía 5 idiomas y había recorrido el mundo entero, puso su primera boutique. Ésta se transformó en empresa y más adelante en marca. Hoy, 25 años después, con una de sus tres líneas “Laurencio Adot Alta Costura”, Adot realiza 30 vestidos de novia por mes para clientas nacionales e internacionales. Recibió numerosos premios, como las diez tijeras de plata y la de oro por su “Excelencia en la Alta Costura”, que vive como “palmadas” para seguir adelante. El premio recibido en el 2002 en el Fashion Week de las Americas, le dio la posibilidad de vender a más de 33 negocios en EEUU. Su asignatura pendiente es el periodismo, afirma ser uno de los primeros en haberse considerado “latino” y tiene una buena relación con las cámaras de televisión y con las redes sociales. A éstas les dedica más de dos horas diarias porque las considera su línea directa con las clientas. Manuel Lamarca, Oscar de la Renta y Valentino son sus referentes.

¿Cómo fueron tus comienzos?

Mi historia es empezar de arriba, caerse y volver a empezar tres veces.

No existía la universidad de moda pero tuve la suerte de poder viajar a Nueva York y a Europa, donde me especialicé en alta costura, pieles y textiles de alta tecnología. Ya había empezado en el laboratorio de mis padres en la fábrica. Ellos me educaron muy conservadoramente pero a la vez en casa se volaba alto: no había miedo a lo diferente ni a la palabra “fantasía”. Un día una tía en Nueva York me dijo “vos te tenés que dedicar a toda esta gente que puede comprar estas maravillas, que todo el mundo cree que no existen. Necesitan ropa y vos se la tenés que fabricar porque naciste y fuiste educado para esto”. Entonces dejé Arquitectura en NY, y seguí en Buenos Aires. Cuando llegué fue un éxito descontrolado.

¿Cómo es tu estilo?

Nuevo-clásico. Juego con leyes, se cuáles son las paredes, pero fui el primero en poner metalizados en los vestidos, en hacer la languidez con la muselina con la gaza cuando todo el mundo hacia tafeta y raso, y el único que hizo vestido negro de novia. También hice novias batik y de todos los colores. Lo importante es tener paciencia, sino no te podes dedicar a las novias. Hacerte un vestido con L.A. es disfrutar, darte un mimo. Hoy la riqueza es el tiempo: ir a 4/6 pruebas, en 2/3 meses y hacerte un vestido a medida. Cuando me dicen “voy a ver vestidos a EEUU” me resulta de una inmadurez total.

¿Con qué géneros trabajas?

Con géneros de seda, es raro que trabaje sintéticos. También los reciclo, trabajo con un mix de texturas. Me especialicé en Europa en faldas enteras de alforzas que es la escuela de Dior, y las trabajo como nadie; me las tratan de copiar pero no pueden.

Juego mucho con no forrar los vestidos,

con buscar la manera sensual y no sexual,

y trabajo con detalles internos.

¿Cómo es tu equipo de trabajo?

Tengo un equipo de cuatro personas, un socio brasilero, Thiago Pinheiro y una persona que atiende el teléfono y escucha a las novias de donde sea que llamen.

Ya lanzaste los perfumes de mujer y de hombre.

¿Cuál es tu próxima meta?

Ahora voy hacia los cosméticos. Me gusta ser cabeza de barco y romper el hielo. Con Thiago buscamos géneros nuevos, como con spandex para que la novia pueda bailar. Me queda pendiente la ropa de varón.

¿Cómo definirías la alta costura hoy?

Como un bien necesario. Es para un grupo muy pequeño que a lo mejor tiene todo y no tiene nada. Es un lujo que si te lo podes dar, tenés que hacerlo.

¿Cómo te autodenominas?

Como diseñador de sueños. Dibujo opciones para cada novia, es lo que más me gusta hacer. Esta estructura maravillosa de Alejandro Bustillo está hecha para las novias. Lo llevo en la sangre, es pasión. Las disfruto, me disfrutan. Creo que por eso estoy en cuarta generación de la misma familia. He tenido mucha suerte, he empujado para tenerla y he trabajado mucho. Es un sacrificio y es nunca decir que uno ya sabe todo. Cada novia es un mundo y cada una te aporta un granito, te va educando y te va mostrando una faceta diferente.

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